viernes, febrero 02, 2007

HOMO FLACUS EN EXTINCIÓN

EL HOMO FLACUS ESTA EN EXTINCIÓN Con el transcurso del tiempo, el desarrollo tecnológico y la difusión informativa nos han proporcionado confort, pero no salud ni felicidad; la humanidad se ha convertido en un enjambre de sociedades enferma. Estamos siendo víctimas de lo que comemos. A mi profesor de Fisiología en el 1er. año de medicina le encantaba decirnos cosas que nos llevaran a la reflexión, en su clase nos obligaba a pensar médica y lógicamente el por qué se sucedían determinadas procesos en el organismo. El profesor acudía a una argucia interesante para mantener nuestra atención y participación en su clase; ponía como condición para iniciar su clase que cada uno de los alumnos (por riguroso orden alfabético) trajéramos el ejemplar correspondiente a la semana del comic Kalimán, condición que se cumplía cabalmente de lunes a lunes. Durante su clase, nos llamaba con el nombre de los personajes de la revista. Así mis compañeros eran Kalimán, Solín y por ejemplo a mi me llamaba Princesa Lia. Era una clase inusual, pero muy entretenida. El Profe, decía cosas como… si tu estas en la arteria aorta a la salida del corazón, y eres un eritrocito, ¿hacia donde te dirigirías? La pregunta era rápida y obviamente la respuesta tenia que ser igual… sí la respuesta no era rápida, habría que pagar, consiguiendo números retrasados de Kalimán. El profesor decía cosas como: - cada uno de nosotros seremos responsables de la cara y el cuerpo que tengamos después de los 35 años. - ¿Por qué no lavas tu cara con esa Coca cola, que traes junto a tus cuadernos?, probablemente tu cara lo agradecería como buena mascarilla de glucosa, mas que tu Páncreas, o tu abdomen en algunos años. - O… sigue comiéndote esos chetos y tus espasticas arterias la factura te habrán de pasar. Y es verdad; la vida nos esta cobrando antes de lo que pensábamos. Anteriormente, el deterioro del organismo era notorio a partir de los 50 años de vida en adelante. Actualmente los organismos humanos muestran el cobro de esas facturas a partir de los veinte años de edad. En México, y algunas otras sociedades latinoamericanas, el progreso nos ha aportado tecnología, menos esfuerzo físico, pero en consecuencia padecemos una mayor gama de enfermedades, generalmente más complicadas. Somos una sociedad tercermundista con enfermedades del primer mundo. En la ciudad de México, un paseo por la llamada Plaza Mayor o Zócalo, con destino a las ruinas arqueológicas del Templo mayor, para admirar el monolito de Coyolhauqui, se convierte en todo un safari, en el que se debe lidiar con toda una gama de amenazas; puestos de fritangas y “alimentos chatarra” aparecen a cada paso.
Sí el paseo se inicia sin estar debidamente alimentado, los peligros se potencian: 5 tacos de carne de dudosa procedencia por $10 pesos; tacos de canasta, tortas, sopes, quesadillas, tamales de varios estilos, tlacoyos, tlayudas, panbazos, atoles de todos sabores; algunos de ellos aderezados con nopalitos, lechuga, crema, queso, salsa picante; y para acompañar; atoles de todos sabores, jugos, aguas y frescas para los paladares autóctonos. Para los paladares cosmopolitas; papas a la francesa; hamburguesas; 4 hot dogs por $10 pesos, nachos bañados con queso amarillo y toda gama de refrescos. Y cuando se cree superado el peligro, aparecen las botanas gourmet; frituras de harina con, salsas picantes, pata preparada o “cueritos” de cerdo y un baño de limón. El indispensable postre puede ser seleccionado de una abundante carta; un buñuelo enorme bañado con jarabe de miel de piloncillo y guayabas; hot cakes, churros rellenos de cajeta, leche condensada y mermelada de fresa, pastel de tres leches con chocolate, pay de queso, con fresas o zarzamora, flanes, gelatinas con nueces o piñones, cocktail de frutas con crema chantilly y espolvoreada de germen, paletas de vainilla, fresa o chocolate bañadas en chocolate y aderezadas con arroz inflado, nuez o granillos multicolores; o la versión “natural”, donde el plátano sustituye a la paleta; la crema acompañando a las fresas, durazno o plátano. Por supuesto también esta el área “naturista” con frutas en forma de cocktail, bañadas con miel y chantilly y una serie de dulces y cereales que aumentan el poder nutritivo de las mismas. Cuando la cebolla, el ajo, el cilantro o el picante ya están haciendo estragos, están los puestos que expenden los llamados dulces; chicles, pastillas mentoladas, cocadas, tamarindos, frutas deshidratadas o cristalizadas, mazapanes, cacahuates (salados, enchilados o japoneses), también tenemos papas fritas, y totopos enchilados; estos últimos vestidos de gala con nombres comerciales. Si se logra pasar esta terrible carrera de obstáculos, y ya cansado de tal travesía, conservándose virgen o siendo mártir gastronómico, una fuente o jardinera de la entrada del templo mayor se convierte en el mejor sitio para observar el espectáculo. No, no el de las monumentales ruinas arqueológicas, el espectáculo es el de la monumentales ruinas de homus no sapiens en el que no hemos convertido, el espectáculo del que formamos parte consiste en observar que no hay un solo puesto de comida vació, por contrario, cada uno esta concurrido por el ejercito de famélicos consumidores. El paisaje se satura con millares de homus gordus, haciendo extraordinaria la presencia de algún despistado homus flacus. Que razón tenia mi profesor al decir que cada uno de nosotros somos responsables de nuestra cara y cuerpo después de los 35 años, que razón tenia al decir que mas temprano que tarde nos están cobrando las facturas, que razón tenia el ingenioso Hidalgo Don quijote de la Mancha al decir que la salud del cuerpo se fragua en la boca.
Por eso en mi reflexión concluyo que el Homo Flacus es una especie en riesgo de extinción.